Movimiento Bauhaus: la revolución mundial del estilo sin estilo
Su combinación de estética e ingeniería traspasó fronteras e influyó en todas las ramas del arte.
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La definición del Movimiento Bauhaus parece sencilla: el origen del término procede de las palabras alemanas Bau(construcción) y Haus (casa), y representa la escuela de arquitectura, diseño, artesanía y arte fundada hace un siglo por Walter Gropius en Weimar (Alemania) y cerrada por los nazis 14 años después. Sin embargo, su influencia, que llega hasta hoy, ha convertido su nombre en sinónimo de revolución y de modernización radical del diseño.
Uno de los desafíos de los movimientos culturales innovadores ha sido lograr una cultura del pueblo y para el pueblo. Y ese fue el pensamiento que apadrinó la Bauhaus en sus comienzos, una escuela reconvertida en estilo cuya la principal intención era la simplicidad de las formas, reducir la estética del objeto a su funcionalidad.
“No es un estilo, sino una actitud”, llegó a expresar sobre la Bauhaus su creador, Gropius. Hay momentos en los que la confluencia de ideas, personas y fuerzas culturales y tecnológicas puede transformar el mundo y la Bauhaus representa uno de esos momentos. Logró ofrecer una visión del futuro verdaderamente radical, internacional y optimista, a pesar de la confusión, inestabilidad y conservadurismo existentes tras la Primera Guerra Mundial, que contrastaban con el empuje de las vanguardias artísticas europeas y alemanas.
La Bauhaus sentó las bases y patrones de lo que hoy conocemos como diseño industrial y gráfico. Hasta tal punto fue así que puede decirse que estos dos ámbitos se crearon en esta escuela. La Bauhaus estableció también en buena medida los fundamentos de la nueva arquitectura, a la que incorporó una estética que abarcó todos los ámbitos de la vida cotidiana. La Unesco declaró en 1996 las obras arquitectónicas de la Bauhaus en Weimar y Dessau patrimonio de la humanidad.
La cuna del movimiento Bauhaus fue la Staatliches Bauhaus, fundada por Gropius el 12 de abril de 1919 a partir de la unificación de la academia de artes figurativas y la de artes y oficios de Weimar, eliminado las diferencias entre artistas y artesanos.
La escuela atrajo a algunos de los creadores más radicales de Europa, entre los que figuraban artistas de la talla de Josef Albers, Wassily Kandinsky y Paul Klee, que ofrecían su experiencia como instructores. En el centro, que en un primer momento carecía de un departamento de arquitectura, también se abordaba el diseño de objetos de uso cotidiano —como lámparas, sillas y muebles— basados en la economía expresiva y en la adecuación a los medios productivos, decir, una especie de maridaje entre el arte y la ingeniería. Gracias a la Bauhaus, el arte entró en los hogares. Sus productos eran funcionales y comercialmente atractivos.
Aparte de sus valorados cursos elementales, la Bauhauscreó talleres de alfarería, ebanistería, pintura, escultura, vidrio, tejido, teatro, metal, encuadernación, impresión… por los que tenían que pasar todos los alumnos durante su formación. De esta forma, se consiguió una gran capacidad práctica en quienes se formaban en ella.
Gropius la dirigió hasta 1928, pero ya en 1925 la escuela tuvo que abandonar Weimar, donde los nazis habían ganado el gobierno municipal. Entre 1926 y 1932 la Bauhaus fue acogida en Dessau, de donde volvió a ser expulsada cuando los nazis triunfaron en las elecciones locales. Berlín fue la última sede, donde no llegó a sobrevivir un año. Durante su historia itinerante, la Bauhaus tuvo tres directores: Walter Gropius (1919-1928), Hannes Meyer (1928-1930) y Ludwig Mies van der Rohe (1930-1933), cuya célebre divisa "menos es más" refleja en buena media el espíritu que animaba la institución.
Los nazis no dudaron calificar como arte degenerado todo lo que tenía que ver con la Bauhaus, pese a que los diseños de líneas blancas e interiores diáfanos era lo más peligroso que se veía en ella. Cuando cerraron la escuela, sus ideas y sus obras eran ya conocidas en todo el mundo y muchos de sus integrantes emigraron a Estados Unidos, donde sus enseñanzas dominaron el arte y la arquitectura durante décadas, contribuyendo enormemente a la línea arquitectónica conocida como International Style.
Basándose en la funcionalidad y la adecuación y economía de los materiales (metal, vidrio, madera), sus diseños partían de figuras geométricas simples como el círculo, el cuadrado y el triángulo. En las clases se empezaba a trabajar con estas figuras elementales y a cada una de ellas se le atribuía un carácter determinado. Así, el círculo era “fluido y central”, el cuadrado resultaba “sereno” y el triángulo, “diagonal”.
La Bauhaus significó también un gran experimento vital de una pequeña comunidad de jóvenes, aproximadamente 1.400 que, tras la traumática experiencia de la Gran Guerra, se lanzó con entusiasmo a construir una utopía social y de nuevas formas de convivencia. Las fiestas celebradas en el centro adquirieron gran fama. Generalmente eran temáticas (fiesta blanca, fiesta del metal, fiesta de los cometas) y casi siempre de disfraces. Su organización y diseño llevaban semanas de trabajo y siempre perseguían una doble intención: fomentar el contacto entre la escuela y la población para mitigar los recelos locales y propiciar el trabajo en equipo para servir de catarsis ante las tensiones y conflictos que se originaban en la Bauhaus como resultado de la estrecha vinculación entre trabajo y vida privada.
Algunos edificios de la Bauhaus, como la Bauhaus Dessau, declarada también patrimonio de la humanidad, se han convertido en destinos turísticos y museos, mientras que los principales museos de arte moderno incorporan muchas de sus obras de arte.
Fuente: elpais.com - ALBERTO LÓPEZ