Tu próxima casa estará 'viva': el futuro de la arquitectura es biológico
La preocupación por el medio ambiente ha hecho que ciudadanía, empresas y administraciones públicas busquen fórmulas para mejorar la sostenibilidad y reducir los impactos negativos. Las sociedades son cada vez más conscientes de que la salud de las personas se encuentra vinculada a la salud ambiental y que, por tanto, cuidarla supone cuidarnos a nosotros mismos.
El ámbito de la arquitectura ha cogido este testigo y desde hace décadas ha avanzado en el diseño de estrategias para ayudar a conservar el medio ambiente. Actualmente existen muchos ejemplos de construcciones bio y sostenibles que, gracias a la aplicación de avances tecnológicos, han supuesto importantes avances en la lucha contra las amenazas al medioambiente y el cambio climático.
Es cierto que los espacios más urbanos siguen siendo poco amigables en este sentido, pero ello no debe hacernos perder de vista que, poco a poco, la ciencia y la tecnología se están poniendo de nuestra parte en esta batalla.
La bioarquitectura es una de las mejores expresiones de los intentos por crear entornos más sostenibles y saludables. Su objetivo: construir en armonía con el entorno, satisfaciendo las necesidades actuales de vivienda o funcionales, pero sin comprometer las necesidades futuras.
Hoy, dentro de este campo, se están estudiando fórmulas dirigidas a lograr modelos híbridos en los que biología y tecnología colaboren y se complementen. La idea es integrar sistemas biológicos en nuestros espacios de vida, como el hogar o la oficina, donde pasamos gran parte de nuestra vida. Se pretende, por tanto, superar el concepto tradicional de edifico, que traza una línea infranqueable entre el exterior y el interior, para crear una auténtica simbiosis con todos los elementos que conforman el entorno.
Edificios bio y sostenibles
Diseñar y construir arquitectura sostenible significa saber construir y administrar un edificio buscando la mejor adaptación a las necesidades de las personas que habitan en su interior, sin olvidar los ritmos y los recursos naturales, que deben contemplarse desde el mismo momento en que se concibe el proyecto. Todo ello con el objetivo de resultar lo menos agresivo posible y encajarlos de forma armónica en el contexto, buscando prácticas que fomenten la reutilización total del espacio y los materiales.
Por tanto, la búsqueda de estos diseños ha llevado a tener en cuenta factores que son fundamentales, como la orientación o la incidencia de la luz solar, los sistemas domóticos o los impulsados por biomasa, sin olvidar sistemas de explotación y gestión de energías renovables, con materiales específicamente diseñados para interactuar con el medio ambiente y sus características particulares.
En algunas ocasiones se ha tratado la sostenibilidad de la arquitectura como una simple cuestión de reducción del consumo de energía. Pero esta es una visión muy limitada del fenómeno, ya que en realidad se trata de una forma integral de entender la arquitectura. De hecho, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos define la arquitectura ecológica como una práctica cuyo objetivo es crear estructuras y utilizar procesos ambientalmente responsables y eficientes en el uso de los recursos durante el ciclo de vida de un edificio, teniendo en cuenta desde el emplazamiento hasta el diseño, pasando por la construcción, operaciones, mantenimiento, renovación y deconstrucción. Este concepto se complementa con las preocupaciones clásicas de diseño de edificios, que generalmente se han basado en criterios de economía, utilidad, durabilidad y comodidad.
Existen muchos edificios que han sido calificados como sostenibles. Por ejemplo, en Zaragoza (España) existe el edifico del Centro de Incubación Empresarial Milla Digital. Este edificio municipal, de cinco alturas y 2100 metros cuadrados, se diseñó siguiendo parámetros bioclimáticos que le permiten alcanzar un balance neto de emisiones cercano al cero. El papel de las energías renovables resulta fundamental, con tres aerogeneradores y placas solares.
Sin embargo, existen muchos más ejemplos, en los que, además del autoconsumo o la eficiencia energética, encontramos otras características muy especiales, como el uso de materiales orgánicos.
El edificio BIQ (Hamburgo, Alemania)
Una de las construcciones paradigmáticas de la arquitectura bio se encuentra en Hamburgo (Alemania), en la calle Am Inselpark. El diseño corrió a cargo del estudio Internationale Bauausstellung Hamburg (IBA HAMBURG). Su nombre, BIQ, se conforma con las siglas de Bio-Intelligent Quotient. Es un edificio en forma de cubo, compuesto por cinco alturas. Posee dos fachadas, cada una de ellas con su propio diseño. Lo más original de este edificio es que en sus muros se esconden microalgas, cuyo tamaño no es mayor que el de las bacterias.
Las microalgas se encuentran dentro una estructura ultradelgada en la fachada, donde están los nutrientes que necesitan. Al absorberlos, junto con la luz y el dióxido de carbono que captan del exterior, las algas generan unos residuos que son transportados automáticamente a una planta de procesamiento que se encuentra en el edificio. Allí, estos residuos se transforman en gas metano, que es la materia prima para generar biocombustible o para producir electricidad o calor, que se distribuye por todo el edificio.
Esta bioconstrucción se compone de quince apartamentos, algunos de los cuales se basan en la flexibilidad, de tal forma que es posible jugar con el espacio para destacar su carácter polifacético y multifuncional.
Edificios con jardines verticales inteligentes
Otra fórmula, algo más sencilla, para crear una situación de simbiosis entre el hogar y el medio ambiente, lo encontramos en los jardines verticales. Este tipo de jardines sirven para contrarrestar el dióxido de carbono, que es uno de los principales causantes de contaminación en las ciudades, con importantes implicaciones en el avance del cambio climático y en la salud de las personas. Los jardines verticales permiten diseñar y construir edificios que actúan como pulmones y sumideros de carbono, para mejorar la calidad del aire, tanto dentro como fuera.
Una de las compañías que está trabajando para estos proyectos en espacios públicos como privados es Verdtical. Su tecnología IPanel supone un avance en el ámbito de la biotecnología que está siendo aplicado con éxito.
Además de colaborar en la limpieza ambiental de las ciudades, este tipo de jardines ayuda a minimizar el consumo de agua y el coste del mantenimiento técnico, en comparación con jardines convencionales. Gracias a la aplicación del Big Data y del Internet de las cosas, es posible realizar un mapeado del estado de salud y calidad ambiental de las ciudades, lo que ayuda a planificar las acciones preventivas más adecuadas para mejorar el medio ambiente urbano y, por tanto, la salud de las que lo habitan.
Junto a las ventajas hacia el exterior, los habitantes de los edificios con estos jardines también obtienen beneficios. Uno de ellos es que la capa que conforman ayuda a aislar térmicamente el interior, por lo que favorece el mantenimiento de una temperatura constante, con lo que significa de ahorro energético. También actúa como filtro de gases, ya que se estima que un edificio de 4 plantas, con una fachada de 60 m2, filtra hasta 40 toneladas de gases nocivos al año. Otra ventaja es el aislamiento acústico, al reducir hasta 10 decibelios la contaminación sonora.
Existen muchos ejemplos de proyectos realizados por Verdtical y otras empresas con jardines verticales. Su versatilidad permite la instalación tanto en el exterior como en el interior, de tal forma que también es una bonita y original forma de introducir vegetación dentro de los hogares, más allá del uso de las tradicionales macetas.
Fuente: idealista.com