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La impresión 3D, un recurso real para la construcción

La reducción de costes y márgenes temporales, así como el aumento de la variedad de materiales que hoy ya se pueden imprimir se erigen como las grandes ventajas que tiene la fabricación de objetos y estructuras a partir de tecnología aditiva.


La empresa de robótica holandesa MX3D pretende instalar sobre los canales de Ámsterdam a mediados de año su último proyecto: The Bridge. MX3D.

Un edificio de oficinas en Dubai levantado en tan sólo 17 días; otro de cinco plantas para apartamentos a base de una mezcla de cemento y residuos industriales erigido en China; un puente de acero inoxidable ensamblado por robots... Estos tres ejemplos bien podrían ilustrar alguna de las principales ventajas de lo que la Agencia Espacial Europea (ESA) ya ha definido como la invención precursora de la Tercera Revolución Industrial: la impresión 3D.


La libertad de diseño, la optimización en los tiempos de construcción, en los costes, en la generación de residuos, o la reducción de riesgos laborales definen el actual empuje que están adquiriendo las impresoras 3D, entendidas como una tecnología centrada en la fabricación aditiva. Según recoge el informe de Deloitte Predicciones de TMT 2019, esta industria creció en 2017 un 12,5% sólo en las grandes empresas, alcanzando un volumen de negocio de 2.200 millones de dólares.


Popularizada por ser capaz de hacer reproducciones exactas y en miniatura de uno mismo o por sus cuantiosas aplicaciones médicas (prótesis humanas), textiles (ropa o calzado), o incluso aeroespaciales, la impresión 3D, poco a poco, está acaparando el interés del sector de la construcción.


"Ofrece la posibilidad de fabricar elementos complejos que con las técnicas tradicionales serían muy costosos. Ya se están edificando casas de tamaño reducido y diferentes elementos constructivos, además de edificios a partir del acoplamiento de estructuras impresas en 3D", afirma Carlos Ruiz, responsable de I+D yesos de Saint-Gobain Placo, compañía que ha formado parte del proyecto 3DCONS como parte de un consorcio integrado por distintos centros de investigación y empresas nacionales punteras, como Vias (ACS), LafargeHolcim, Cype, Geocisa, Proingesa y Atanga.


El objetivo del proyecto ha sido generar nuevos procesos de construcción customizados que integren nuevas tecnologías (escaneado 3D, termografía, BIM, simulaciones energéticas, etc.) con los nuevos sistemas robóticos de impresión 3D y los materiales desarrollados en base al yeso, al cemento o a la cal.


"Una de las causas que está motivando el crecimiento de la impresión 3D industrial es que se pueden imprimir objetos de mayor volumen y más rápidamente, pero también el aumento de la variedad de materiales que se imprimen", explica Inés Blanco, gerente de Tecnología, Medios y Telecomunicaciones de Deloitte, que destaca el hormigón como el material más empleado, aunque hay otros muchos como el cemento, el yeso o el metal. Este elemento, según algunas estimaciones, podría alcanzar el 50% de la producción total en 2020 o 2021.

"En el ámbito de la construcción, se pueden usar impresoras de acero y aluminio para imprimir herramientas y otros componentes metálicos", continúa Blanco.


PASARELA AL FUTURO

Son tales las iniciativas que ya se han puesto en marcha que, sólo con escucharlas, muchos podrían pensar que lo que les llega a los oídos es más propio de una película de ciencia ficción que de algo que hoy ya es algo real.


Sin ir más lejos, la localidad madrileña de Alcobendas tiene el privilegio de haber sido la primera en el mundo en instalar el primer puente impreso en 3D. Pero muchos otros proyectos hablan ya de la fusión de algunas de las tecnologías más novedosas de los últimos tiempos, como el uso de drones para reparar con asfalto los típicos baches de la carreteras, o incluso lo que se ha venido a denominar la impresión 4D, es decir, materiales u objetos impresos en 3D que pueden evolucionar en el tiempo respondiendo ante un estímulo externo, como por ejemplo, una tubería que se dilata o contrae según lo necesite o un muro que autorepara las posibles grietas que aparezcan en su estructura.


Sin embargo, la tendencia, al menos de momento, no consiste en imprimir casas o edificios. Más bien se trata de hacer partes, como podrían ser los muros o las fachadas. En definitiva, piezas prefabricadas a medida.


"Hemos conseguido demostrar que la impresión 3D es viable y que puede empezar a ser competitiva para determinados usos. En piezas singulares, esgrafiados... Puede haber ejemplos de edificios, pero en realidad lo que se ha impreso son los muros", puntualiza José Antonio Tenorio, del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, perteneciente al CSIC, centro que también participó el proyecto antes mencionado 3DCONS.


De la misma opinión es Carlos Ruiz, que cree que la construcción de un edificio es un proceso complejo en el que entran en juego muchos aspectos y materiales.


"Sí creo que puede ser una alternativa y aportar mucho valor en la fabricación de elementos constructivos complejos y personalizados: series de un único o de varios elementos, pero todos distintos. Aquí es cuando aparece la ventaja competitiva de la impresión 3D", asume el experto de Saint Gobain Placo, que piensa que, aunque avance la tecnología de impresión 3D, todavía existen algunos retos que superar en el ámbito de la construcción, como son su regulación en base a normas y códigos técnicos y, además, la escalabilidad.


Fuente: El Mundo - JESÚS DE LA PEÑA

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